Mosaico antiguo representando una batalla histórica. Obra de arte con guerreros y caballos en tonos terrosos

¿Quién fue Alejandro Magno? Vida y conquistas del gran conquistador

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Alejandro Magno nació en Macedonia, en la ciudad de Pella (actual Grecia), en el 356 a.C. Era hijo del rey Filipo II y de Olimpia, hija del rey de Epiro, Neoptolomeo. Recibió una educación de primera: primero con Leónidas y luego con nada menos que el gran filósofo Aristóteles, quien dejó una huella profunda en su pensamiento.

Desde joven, Alejandro mostró un interés especial por el Imperio Persa y cómo funcionaba. Cuenta la leyenda que logró domar a Bucéfalo, un caballo que nadie había podido montar antes, demostrando desde temprano su carácter audaz y decidido.

A los 16 años, ya gobernaba Macedonia mientras su padre sitiaba Bizancio. Su primera experiencia militar fue en la batalla de Queronea en 338 a.C., donde vencieron a los medos. Sin embargo, su vida familiar no fue sencilla: se enfrentó a su padre cuando este repudió a su madre para casarse con Cleopatra, sobrina de un noble llamado Atalo. Alejandro apoyó a su madre y, tras un conflicto con Atalo en una boda, se exilió a Epiro, regresando solo tras la misteriosa muerte de Filipo, que algunos sospechaban que Alejandro pudo haber provocado.

Al subir al trono en 336 a.C., Alejandro enfrentó problemas serios: nobles que querían recuperar privilegios y un ejército en Asia bajo Atalo que intentaba quitarle el poder. También Grecia se rebeló. Pero Alejandro reaccionó rápido, eliminó a sus opositores y tomó el control absoluto.

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Pacificados sus dominios, Alejandro convocó en el 335 a.C. la Asamblea de la Liga de Corinto, que aprobó la guerra contra los persas, tal como su padre había proyectado. Fue elegido estratego y comandante supremo de los helenos. Tras este nombramiento, regresó a Macedonia para preparar la campaña, donde tuvo que enfrentar a los tracios, tribalos e ilirios que amenazaban sus fronteras.

Luego de asegurar Macedonia, dejó el reino bajo el mando de su amigo Antípatro y cruzó el Helesponto al mando de un ejército mayormente macedonio. En el 334 a.C. derrotó a los sátrapas persas en la batalla del río Gránico, un duro golpe para los persas con muchas bajas. Liberó Sarde y varias ciudades griegas en Asia Menor, tomó Mileto y Halicarnaso. Avanzó por Licia, Panfilia y Frigia, donde cumplió la profecía del Nudo Gordiano en Gordión: en vez de desatar el complicado nudo, simplemente lo cortó con su espada, símbolo de su audacia y destino como conquistador de Asia.

En el verano de 333 a.C. sufrió algunos reveses, como la pérdida de Quíos y Mitilene, debido a la disolución prematura de la flota jónica que regresó a Grecia.

Poco después, enfrentó a Darío III en la batalla de Isos, logrando una victoria decisiva. Darío huyó dejando en manos de Alejandro el tesoro real y a su familia, quienes fueron respetados. Entre 332 y 331 a.C., Alejandro conquistó Fenicia, Palestina y Egipto, fundando ciudades como Alejandría y fomentando grandes obras públicas, como el famoso Faro en el delta del Nilo.

Pintura histórica de una escena romana. Representación artística con figuras en trajes clásicos

En el año 331 a.C., Alejandro Magno avanzó hacia Mesopotamia, donde Darío III había reunido un gran ejército. En la decisiva batalla de Gaugamela, Alejandro volvió a derrotar al rey persa, quien huyó a Ecbatana. Poco después, ciudades importantes como Babilonia y Susa se rindieron sin resistencia. Alejandro no se detuvo y persiguió a Darío, cruzando las Puertas Cáspicas para conquistar Persépolis, la antigua capital del Imperio Persa. Allí encontró un botín valioso y, como acto simbólico, incendió el palacio real en venganza por la destrucción que los persas habían causado en Grecia en el 480 a.C.

Continuó su expansión adentrándose en Persia, conquistando Media y Partia. En el 330 a.C., tras el asesinato de Darío por el sátrapa Bessos, Alejandro se proclamó sucesor legítimo. En el 329 conquistó el Irán oriental y capturó a Bessos, quien fue ejecutado. Durante tres años extendió su dominio desde Hircania hasta Drangiana, Bactriana y Sogdiana. En esta última región contrajo matrimonio con Roxana, hija de un príncipe local.

Este período marcó el inicio de un proceso de orientalización que molestó a varios de sus compañeros macedonios. Alejandro adoptó costumbres persas, nombró sátrapas, usó símbolos reales persas y exigió que lo saludaran postrándose, un gesto que causó tensiones en su séquito. Para mantener su autoridad, ejecutó a varios críticos, entre ellos a Filotas, Parmenio, Calístenes y a Clito, su hermano de leche, a quien se dice mató con sus propias manos.

Pintura de una batalla histórica con soldados y caballos. Representación artística de un conflicto bélico

En el año 327 a.C., Alejandro Magno inició su expedición hacia la India, buscando alcanzar los límites meridionales y orientales del mundo conocido y consolidar su proyecto de dominio universal. Además, buscaba apaciguar a su ejército, cada vez más inquieto por la creciente influencia de tropas orientales en sus filas. Durante esta campaña, derrotó al rey indio Poros en la batalla del río Hidaspes; tras su sumisión, Alejandro le devolvió su reino y lo nombró vasallo. Avanzó hasta la desembocadura del río Indo, pero en otoño del 326 a.C. tuvo que preparar el regreso debido a un motín entre sus soldados que se negaban a continuar hasta el Ganges.

En poco más de ocho años, las conquistas de Alejandro abarcaban un vasto territorio que unía el Mediterráneo con la India y Egipto con Grecia. En el camino fundó varias ciudades, entre ellas Nicea y Bucéfala, esta última en honor a su famoso caballo. En el 324 a.C., en Susa, se casó con Estatira, hija de Darío, y con Parysatis, hija de Oco, sin repudiar a Roxana, su primera esposa. Esto incentivó a muchos macedonios a casarse con mujeres asiáticas.

Sin embargo, durante su ausencia, el desorden y la corrupción crecieron en las regiones conquistadas. Para corregirlo, Alejandro aplicó reformas que provocaron motines entre los veteranos griegos. La rebelión en Opis en el 324 llevó a Alejandro a unir persas y macedonios en el ejército, separar poderes civiles y militares en las satrapías, centralizar finanzas y crear una moneda única de plata para su imperio.

Pintura de una batalla con soldados luchando en un bosque. Representación artística de un enfrentamiento militar histórico

La muerte de Hefestión, el gran amigo y compañero de Alejandro Magno, en Ecbatana durante el año 324 a.C., fue un duro golpe para el conquistador. Alejandro lo honró con un funeral fastuoso, sin precedentes en la historia. Este suceso profundizó su empeño por unir Oriente y Occidente, intentando implantar la cultura griega en todo su vasto imperio. Para ello, promovió el comercio a través de rutas marítimas, fundando numerosas ciudades portuarias y realizando dragados en ríos y puertos, facilitando así el tránsito de barcos mercantes.

Además, Alejandro proyectó mejorar las comunicaciones con la lejana India, conquistar las costas del Mediterráneo y construir monumentos y edificaciones que dejaran huella en todo su dominio. Estas medidas sentaron las bases para que su imperio se convirtiera en una extensa zona de intercambio económico y cultural, donde la lengua y la cultura griega aportaron la sabiduría del mundo clásico a las particularidades regionales.

Mientras tanto, Alejandro seguía gestando grandes proyectos hacia el mar Caspio y Arabia. Sin embargo, el 13 de junio del 323 a.C., a los 33 años y tras trece años de reinado, su vida y sus sueños de dominio universal llegaron a un abrupto final. Murió en Babilonia, probablemente a causa del paludismo, dejando un legado que marcó para siempre la historia del mundo antiguo.

Pintura de época renacentista con figuras ricamente vestidas. Representación artística de una escena histórica.

Alejandro Magno es sin duda una de las figuras políticas más importantes de la Antigüedad. Reconocido como un estratega militar excepcional —de hecho, Aníbal lo consideraba el mejor de todos—, Alejandro no solo conquistó territorios, sino que también creó un legado cultural trascendental. Su obra dio origen a la era helenística, un período en el que la cultura griega clásica se enriqueció con las influencias orientales, generando un mundo nuevo lleno de sincretismo cultural y avances en filosofía, arte y ciencia.

Sin embargo, la helenización de Asia no llegó a consolidarse del todo, debido a la rápida fragmentación de su imperio tras su muerte. Apenas fallecido Alejandro, sus generales se disputaron el poder en una serie de guerras que terminaron dividiendo el vasto territorio. Antípatro tomó control de Macedonia y Grecia; Antígono gobernó Frigia y Lidia; Ptolomeo se estableció en Egipto; y Lisímaco en Tracia. Pérdicas, nombrado regente por Alejandro, nunca logró imponer su autoridad.

Aunque se mantuvo una apariencia de unidad hasta el año 306 a.C., cuando los generales se proclamaron soberanos de sus dominios, las luchas internas continuaron hasta alrededor del 280 a.C. Finalmente, sobrevivieron tres grandes reinos: Macedonia bajo Antígono, Asia Menor con los seléucidas, y Egipto con la dinastía ptolemaica, marcando el fin del imperio unificado de Alejandro y el comienzo de una nueva era política y cultural.

Mapa de la ruta y conquistas de Alejandro Magno. Ilustración histórica de su imperio y expediciones

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