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Hipótesis Gaia

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Tiempo de lectura: 3 minutos

Te has preguntado ¿cómo es que el mundo y la vida funcionan de forma tan perfecta? Si no lo has hecho, te lo explico de igual forma.

En 1969, el investigador británico James Lovelock presentó al mundo la hipótesis Gaia, que afirmaba que el planeta es un ser vivo creador de su propio hábitat.

La idea era tan descabellada que no encontró eco en la comunidad científica porque contradecía teorías tan aprobadas como la de Darwin. Lovelock definió Gaia como: una entidad compleja que implica a la biosfera, atmósfera, océanos y tierra, constituyendo en su totalidad un sistema retroalimentado que busca un entorno físico y químico óptimo para la vida en el planeta.

Lovelock afirmaba la existencia de un sistema de control de la temperatura, composición atmosférica y salinidad oceánica debido a que la temperatura global de la Tierra ha permanecido constante a pesar de la energía proporcionada por el Sol; la composición atmosférica se mantiene constante, al igual que la salinidad de los océanos.

De forma resumida, la Hipótesis de Gaia plantea que todos los organismos que pueblan la Tierra, así como sus entornos inorgánicos, conforman una unidad integrada de gran complejidad que se auto-regula y permite que las condiciones de vida en el planeta se mantengan.

El elemento más importante de esta hipótesis es que defiende la existencia de un equilibrio planetario determinado por las distintas formas orgánicas, el cual persigue activamente mantener las condiciones óptimas para la vida, aun cuando lo amenacen elementos terrestres o de la realidad espacial.

Según la Teoría de Gaia, a diferencia de otros planetas donde las condiciones atmosféricas se regulan por los procesos químicos que se están produciendo, en la Tierra la estabilidad de la atmósfera se regula por los procesos vitales. Salvo los gases nobles, el resto de los gases atmosféricos que hay en el planeta son provocados por los organismos vivos.

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Esta hipótesis le da alto valor a la biodiversidad para mantener condiciones habitables. Precisamente por esta razón los que defienden los principios de esta teoría plantean que con el aumento de la población humana y, consecuentemente, de su impacto en el medio ambiente, dicho equilibrio se está viendo amenazado.

Este enfoque, que podría parecer más espiritual que científico, tiene aplicaciones prácticas evidentes, pues justifica no sólo la apreciación, sino la necesidad de la diversidad para mantener el estado estacionario global. Al fin y al cabo cada especie cumple sus funciones particulares dentro de la extraordinaria sinfonía global de nuestra hermosa Tierra.

¿Qué opinas tú? ¿Tendrá razón? ¿Nuestra hermosa Tierra será un ser vivo creador de su propio hábitat?

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